
Blog_Dra.-Paula (98)
Blog de la Doctora Paula
Medica especializa en Medicina Física y Rehabilitación trabaja en el servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada
Bébédjia- Bebotó, 10 de febrero de 2024
Llegó el día de encontrarme con las hermanas Guadalupanas de Bebotó, un pueblo recóndito del sur de Chad. Terminada la jornada en Saint Joseph, nos montamos en la recién estrenada Toyota que tiene, todavía, todos los protectores de plástico habidos y por haber: en el símbolo de Toyota del volante, en el display del salpicadero, sobre el cuenta quilómetros y en los parasoles. Llevamos de pasajero a Isidore, un adolescente de unos 16 años que sueña con ser maestro. Es el tercero de 6 hermanos y cuentan las sores que, más que un hermano, es un papá. Se ocupa de que sus tres hermanos pequeños tengan todo lo necesario para ir al colegio, recoge y firma el boletín de notas, los lleva y los trae. Y es uno de los becados de Bebotó.
El camino es por pura pista desde Doba, 59 kilómetros de camino de tierra que se inunda tanto en la época de lluvias que poblaciones como Bebotó se quedan aisaladas durante meses.
Lo primero que encontramos es la zona destinada a los arrozales. Ahora el campo está quemado porque creen que así preparan mejor el terreno para la siembra. Además, los niños aprovechan cuando salen las ratas de sus guaridas para cazarlas con sus tirachinas y poder asegurarse una comida ese día.
Entre arrozal y arrozal hay tumbas, construcciones elevadas acabadas con azulejos. Solo los más ricos se las pueden permitir. Aquí más bien uno cava un hoyo donde sea y ahí mete el cuerpo sin vida del familiar.
A esta zona del sur, más verde y más fértil que el resto del país, se la conoce como el granero de Chad. Los musulmanes dicen que aquí viven los “grupos rebeldes”, pero es porque las tribus africanas originarias de este lugar están en contra del gobierno árabe musulmán que lleva rigiendo el país desde hace años. La realidad es que único conflicto que tienen estos agricultores (conflicto, porque problemas tienen muchos) es con los nómadas que contratan desde el norte para que lleven el ganado hacia el sur. Los animales atraviesan los campos y acaban con las cosechas, por lo que acaban matándose los unos a los otros cada año.
A pesar de que los tienen aislados del resto del país, los árabes llevan sus camiones por esas tortuosas pistas hasta el mercado más grande de esta zona, el de Beboungaye, para poder comprar mijo, arroz, sorgo y penicillaire para vender en sus mercados. Los camiones agrandan surcos y socavones, haciendo el camino intransitable en la época lluviosa.
El día de mercado es el miércoles y hoy solo alcanzo ver las estructuras de madera bajo las que se resguardan del sol las vendedoras y basura, mucha basura por todos los lados.
Llegamos a Bebotó tras 3 horas y media de camino desde Bébédjia donde nos esperan un grupo de chavales, alumnos del colegio de San Kisito, que hacen de jardineros voluntarios en la casa de las hermanas quienes, a cambio, les regalan los frutos de los árboles y material para el cole.
No hay red desde hace un buen rato. Estamos aisladas. Creí que estaría más incómoda por la desconexión, pero la verdad es que estoy encantada. Como si estuviera en un retiro espiritual.
Mi habitación es austera, con una “regadera” que funciona, un lavabo con luz, una cama con almohada de consistencia pétrea, una mosquitera y un par de mesas. En todas las estancias hay bidones de agua porque las hermanas pasaron 3 años, ni más ni menos, sin agua por problemas con las tuberías y todavía, a día de hoy, les vuelve a pasar de cuando en cuando. Deben entonces ir a un pozo, sacar todo el agua que puedan y almacenarla.
El día termina con mucha plática y tres partidas de Rummy, con Sor Chely invicta.
Los muelles del colchón me recuerdan que no estoy en mi chambre pero caigo rendida a pesar de los mismos y del ruido que hacen los búhos que viven sobre el techo que mantienen a raya a las ratas que se escuchan correr en cualquier edificio del Chad.
Y noto que estas aquí, papá.
Bébédjia, a 9 de febrero de 2024
Madame McGyver
Contra todo pronóstico y, seguramente, previa insuflación de una inspiración divina, aquí la nasara escuálida ha arreglado el concentrador de oxígeno azul.
¿Cómo os quedáis?
He apretado el bote por aquí y por allá, he quitado los trozos de guante que pretendían, sin éxito, asegurar el sellado, he movido el tubo y…TACHAN!!! Le concentrateur d'oxygène fonctionne!!!
INCREÍBLE! Y no creáis que he estado mucho tiempo, no…menos de 5 minutillos.
Claro, que me he creado una fama y acaban de venir del paritorio para que les arregle el suyo. A ver si recibo ración doble de esa inspiración y consigo apañarlo.
Y como las alegrías tampoco vienen solas y quiero dejaros un buen sabor de boca para el finde, sabed que los dos oximetros de mesa han sido reparados en Doba!
Solo había que decir que estaban estropeados y llevarlos a que lo arreglaran.
Pas mal, no?
Mañana sábado viajaré a Bebotó para visitar la escuela de las hermanas Guadalupanas para las que hicimos esa súper colecta en septiembre. Participasteis muchos, muchísimos: amigos, las hermanas de emaus del Carmen, mi parroquia Santo Tomás Moro, vecinos… qué menos que mandaros alguna foto desde allí ¿no?
Probablemente estaré un par de días sin conexión (que aquello es la pura brousse) pero ahí estarán Chely y Chayito (y tu, papá) para mimarme.
Bon week-end!
Bébédjia, a 8 de febrero de 2024
Papá, gracias por acoger con tanto amor al recién nacido y al malnutrido de la sala de cuidados intensivos. Se veía venir. Estaban tan malitos y eran tan frágiles!
Ya ves que pronto se han rellenado los huecos que dejaron sus cuerpecitos. La niña que está en la cama donde estaba el malnutrido venía tan hinchada que apenas se podían adivinar sus rasgos. Estaba en una habitación normal hasta que ha comenzado a convulsionar. Sería importante hacerle más pruebas pero la madre no tiene con qué pagarlas. Sigo las indicaciones de Marimar que nos va guiando desde España. Ella sabe bien los medios de que disponemos así que no pide imposibles. A pesar de las convulsiones, la he visto mejor al final del día.
La siguiente camilla de la derecha y la del centro siguen con los mismos inquilinos. Y, ocupando la camilla del recién nacido que se fue contigo ayer, hay otro recién nacido que mandan desde la maternidad y un bebé que, con un mes de vida, ya tiene cicatrices de las escarificaciones abdominales que le han hecho los curanderos tradicionales. Los cortes longitudinales están perfectamente cicatrizados (se los harían a los pocos días de vida) y todo parece indicar que sería para calmar unos posibles cólicos abdominales, aunque ahora el pobrecito (que se llama Ange para más inri) tiene de todo. La madre es joven (como todas aquí) y evita mirarme a los ojos cuando le pregunto que por qué le hicieron esos cortes.
Mahamat sigue igual. Cada vez más espástico y con dolor en cuanto le intentas movilizar el cuello o los brazos. Lo he empezado a tratar, y también a la pequeña de la camilla central que, por fin, dejó de convulsionar ayer. Poco a poco (saen saen como dicen aquí).
Además, tengo otros dos casos tremendos que acaban de llegar (si, ya sé que los has visto).
No te preocupes por mi gastroenteritis. Es el episodio de rigor de la segunda semana en Chad. Con el mix de medicamentos que he tomado, esto estará superado en menos que canta un gallo (gallo que, por cierto, empieza su canto a las 4 de la madrugada) .
Vigílame a los peques por la noche.
Y sigue cuidando de mamá.
Ambakr ♥
Bébédjia, a 7 de febrero de 2024
La sala de cuidados intensivos pediátricos está cada vez más llena. Las camillas están pegadas a la pared, y en cada una se pueden acostar 2 o 3 pacientes. Hay dos en la derecha,
tres en la izquierda y una en el centro. Y la incabudora, en la pared de la puerta. Ahora es amplia y más luminosa. Antes de la obra que hicimos, esta sala era un angosto cuartillo donde se amontonaban vas camillas, los niños, las cazuelas, las madres, los concentradores, las bolsas de transfusión. El aire era irrespirable. Los paños sobre los que echan a los niños huelen a orina, heces, leche materna. Y hace calor.
En época de lluvias tenías que mirar donde pisabas y no era raro encontrarse algún niño en el suelo, en brazos de su madre (por falta de espacio en las camillas, no porque tengan ese reflejo de abrazar al niño enfermo) ya fallecido.
Anoche estaban todas las camillas ocupadas por niños menores de dos años. A la derecha, un bebé, malnutrido agudo severo, remitido desde el Centre de Handicapes de Doba para que se obrara el milagro aquí. Muy mala pinta. En la siguiente camilla un niño con insuficiencia respiratoria. En el centro una niña de unos 10 meses que lleva convulsionando desde hace una semana. Un paludismo cerebral que podré empezar a tratar una vez se estabilice un poco.
El la pared de la izquierda, otra neumonía, un recién nacido de anoche al que hubo que reanimar y, finalmente, el pobre Mahamat, que llegó con una quemadura en la mejilla, pútrida. Parece que la herida ha causado una infección diseminada y ahora también tiene neumonía , un absceso cerebral y (cómo no), malaria.
La incubadora antediluviana (a la que algunos llamamos cajita de muertos) está situada en la pared donde está la puerta.
Tres niños con necesidad de concentrador de oxígeno, pero solo hay dos tomas.
Los enfermeros están tranquilos. Lo hacen todo despacio, como si quisieran ahorrar energía para prepararse para la estación lluviosa donde todos están sobrepasados.
Cada noche nos acercamos a llevar comida a las familias que no tienen nada que llevarse a la boca. Los enfermeros saben siempre quien la necesita.
El personal de guardia duerme en el suelo del control de enfermería, con sus mosquiteras, sobre un delgado colchón.
De fondo, la niña de la cama 47 rompe el silencio nocturno con sus gritos de dolor. No hay nada que le calme, y hemos probado de todo (de todo lo que hay aquí, claro).
Si, papá: esta es la foto de un mes muy bueno en la urgencia.
Vendrán historias más bonitas.
LoveU
Bébédjia, a 6 de febrero de 2024
Como aquí el barco siempre hace aguas por algún lado, mi alegría es subtotal. Hay más horas de luz, se responde a las demandas extraordinarias pero apenas hay aparatos que enchufar…
No funcionan los monitores (hay dos) para comprobar la saturación. Cuando pregunté que cuándo habían dejado de funcionar, obtuve la respuesta que hacía que a Elisabeth se le fundieran los plomos una y otra vez:
- DEPUIS.
- Mais… depuis quand?
- DEPUIS- DEPUIS
O sea….hace tanto que ya ni me acuerdo.
Pero nadie dijo nada. Si lo hubieran hecho, habríamos venido con al menos uno.
El año pasado trajimos una decena de pulsioximetros pediátricos y ahora solo hay uno de adultos para toda la pediatría. De poco sirve cuando los deditos pertenecen a un prematuro de menos de un kilo y medio.
Hoy, en un intento (absurdo) de averiguar qué les pasa a los monitores (yo, que todavía no entiendo el calentador de mi casa) he dejado sin luz 3 veces la pediatría.
Pero ahí no termina la cosa. Ayer descubrí que dos de los concentradores de la sala (escondidos bajo sus fundas), tampoco funcionan (no tienen botellas, no encienden…) . Os preguntaréis (como yo) desde hace cuánto. Pues eso. Depuis depuis.
Como las desgracias nunca vienen solas, hoy también se ha estropeado uno de los concentradores que sobrevivía. Una de las conexiones no sella bien y hemos estado un rato intentando amarrar trozos de guante para que el oxígeno llegue al extremo de las gafas nasales. Ni modo. Haría falta una brida. Cuando he ido a buscar una al dépôt, Jean Paul y Rosengar (conductor y jefe de mantenimiento respectivamente) se han mirado y han comenzado a reír. Por lo visto una brida no es algo que se pueda encontrar en cualquier lado. Esta piececilla de plástico podríamos encontrarla en Doba (a 35 kilómetros) aunque para asegurarnos, habría que ir a Mondou (a 65), y aún así dudan que encontrara una del tamaño que quiero.
Bref. Que no hay monitores y solo queda un concentrador útil que tiene dos salidas. No estamos en época de lluvia y con uno, por el momento, nos apañamos (cambiándolo de un paciente a otro en función del estado) pero pronto la cosa empeorará y se saturará la pediatría con 15 o más niños con necesidades de oxígeno. ¿Qué harán entonces? ¿Lo utilizarán con los dos niños más graves o con dos que tengan posibilidades? Espero no encontrarme con esa disyuntiva estos días.
Mi sueño de hoy: que alguien que pase por Doba o Mondou encuentre una brida del tamaño perfecto y nos la traiga.
Enchúfanos, papá.
Y no te desesperes. Ça va aller.
Bébédjia, 5 de febrero de 2024
Anoche, antes de acostarnos, pasamos por la pediatría para dejar comida para las familias que lo necesitan (costumbre adquirida desde 2017) y para revisar a los peques. Había 5 niños en la sala de cuidados intensivos. Un prematuro, el resto menores de 2 años. Eran las 23 horas y había luz. Y 3 de los 5 niños, recibían oxígeno de los concentradores. A pesar de eso, el más pequeño de los 5 se fue al cielo contigo esa madrugada, papá. La unidad de cuidados intensivos de Saint Joseph dista mucho de parecerse a una de las nuestras y son pocos los prematuros que lo logran. Hace algunos años hubo una pequeñina de un kilo, huérfana de padre (y, desde el parto, de madre también), que sobrevivió contra todo pronóstico a pesar de las numerosas malarias que padeció a lo largo de su ingreso (que duró, creo recordar, unos 6 meses). Nació el día de Reyes y Sor Lourdes la llamó Epifanía. Algún día te contaré su historia, papá.
Me confirman Pelagie y Sebou que las cosas han cambiado mucho desde que hay baterías nuevas y se renovó la instalación eléctrica para individualizar las diferentes zonas del hospital. Aunque siguen siendo escasas las horas de luz cuando pensamos que se trata de un hospital, siempre que hace falta poner a funcionar un concentrador de oxígeno en la pediatría (sea la hora que sea), se pone. Fue el compromiso que adquirió el director médico de Saint Joseph cuando le dije que se trataba de una condición sine qua non para que yo buscara ayuda financiera para comprar baterías nuevas para la fotovoltaica, el traslado de las mismas a Chad (tarea siempre colosal), la instalación de las mismas, la modernización de la instalación eléctrica y la supervisión de los equipos. Inicialmente se enfadó conmigo. ¿Todo ese dinero para salvar a unos niños? ¿Y qué pasa con los adultos? El niño pequeño importa (y aporta) tan poco…
Yo entiendo que si fallecen los adultos, todo se desmorona. Que si nadie trabaja no habrá nada que llevarse a la boca, pero es que en este país la jerarquía es tan radical! Los menores de 5 años son absolutamente vulnerables y están desprotegidos. Son la casta inferior.
En ese pulso que mantuvimos el director y yo, ganamos ambos. Ahora mueren menos niños por falta de electricidad (o más bien tienen más posibilidades de salir), pero también se benefician los adultos. De hecho, siempre que viene un caso urgente que requiera intervención, se hace la luz. El hospital, en general, funciona mucho mejor.
La Fundación Juan Entrecanales de Azcarate nos concendió la ayuda que redujo a la mitad la factura, el grupo ENARA nos donó otro tanto otra y la empresa Cargo Services asumió el coste del traslado del contenedor hasta Saint Joseph. La Fundación EKI nos financió la compra a 10 años y sus ingenieros ayudaron a los técnicos locales a la puesta en marcha.
Un retraso en la llegada del contenedor el año pasado impidió que fuera testigo del cambio.
Y ahora, por fin, puedo ver los frutos. 6 años después de que iniciara la batalla contra la oscuridad, se empiezan a ver los resultados. ¡6 años!
Chad me ha enseñado a ser paciente (mucho), a no frustrarme y a tener objetivos realistas. A no olvidar que en este país se vive la mitad del día a oscuras, que culturas diferentes entienden la vida de modo diferente y tienen necesidades diferentes. A no juzgar, a aceptar cosas que antes de parecían aberrantes.
Y aunque estoy feliz, siempre me parecerá insuficiente.
¿Se vienen cositas? Se vienen cositas. Ya tengo un nuevo proyecto en la cabeza. Bueno, dos.
Te dejo con este buen sabor de boca para que disfrutes de tu sueño celestial.
Hasta mañana, papá
Bébédjia, 4 de febrero de 2024
Me encantan los domingos (creo que así empieza al menos un día del diario de cada año ?).
No poner el despertador. Hacer todas las cosas despacio. Desayunar sin prisa.
Tomar una taza de café hecha en la cafetera que traje hace 3 años.
Tostar un poco de pan chicloso y mejorarlo con un poco de jamón ibérico. Tomarme una segunda taza de café.
Recoger la chambre.
Lavar la ropa.
Hacer la compra.
Si a ese planazo (guiño a mi amiga Cristina Cardenal) le añades una invitación para comer, para qué queremos más. Las anfitrionas han sido las sores mexicanas, Laura y Guadalupe, que son nuestra contraparte del proyecto de Estudiar en Chad, encargadas del seguimiento de los enfermos de VIH del municipio y de los huérfanos que estos han ido dejando, a los que tenemos apadrinados a través de la Fundación. Me encantaría que los padrinos pudieran venir a ver cómo están sus ahijados. Cómo crecen, cómo maduran, cómo superan los cursos. Es un privilegio ser testigo directo de este proceso, poder contároslo y enviaros, una vez en España, las fotos de vuestros pequeños (y no tan pequeños).
Son muy pocos los que han fallecido (hito milagroso aquí) y limitado el grupo que sale del programa (por cambios de domicilio, embarazos, matrimonios forzosos o abandono de la escuela).
Uno de nuestros abandonos fue el de Santa, una de las primeras niñas apadrinadas, antes de que Estudiar en Chad fuera proyecto como tal. Hija de Cristina, tiene una ristra de hermanos que van entrando en el programa conforme nacen. Mbay, Grace, Jean Baptiste, Christophe, Jean Paul (Yanpolito para los amigos) y Nelom Marina, la benjamina.
Santa, una belleza chadiana de semblante serio y porte elegante, abandonó el programa de apadrinamiento cuando desapareció el año pasado. Se había marchado a Mondou, probablemente siguiendo a un hombre maduro y llegamos a sospechar que podría haberse dedicado a buscarse la vida haciéndose valer de su gran atractivo (dato nunca confirmado). El caso es que siempre temimos que volviera embarazada o infectada (si volvía, claro).
Imaginaos mi alegría (tú lo has visto, papá) cuando me he encontrado con ella hoy.
Preciosa, con su vientre plano y el uniforme de su grupo de catequesis.
Volvió este curso y vuelve a estar escolarizada. Esta tarde hemos estado con ella en la fiesta de los niños en la parroquia, un conciertazo en el que han participado todos los grupos de niños que forman sus hermandades (tipo scouts) en Nuestra Señora de la Paz.
Tres horas de espectáculo donde se nos han ido adhiriendo (literal) niños y más niños (qué calorcito humano), fascinados con nuestra blancura, nuestros vídeos y los selfies que demandaban una y otra vez.
Niños felices y orgullosos que han cantado y bailado al ritmo de los tambores, y allí no había ningún padre o madre disfrutando del arte de sus pequeños. Igualito que en España, ¿verdad? Sale tu hijo en la obra del cole de triste árbol estático y hay una grabación de 10 minutos y enemil fotos del antes, del durante y del después.
De testigos estábamos las hermanas, los sacerdotes, los catequistas y nosotros, que hemos hecho vídeos, fotos, e incluso intentado hacer una ola (pero el concepto no ha calado, que aquí nadie conoce el mar).
Sé que ha habido demasiado contacto para ti, papá, pero te he visto disfrutando desde lo alto (aunque te cueste reconocerlo).
Un domingo precioso.
Mucho por lo que dar gracias hoy.
Beré
Bébédjia, 2 de febrero de 2024
Amanece fresco en Bébédjia. No sé muy bien a qué temperatura estamos porque sigo sin datos. Estar incomunicado más de 24 horas: un sueño en el primer mundo, una pesadilla en Chad. Sobre todo cuando tienes que dar señales de vida.
Anoche me quedé dormida en cuanto mi cuerpo rozó el colchón. Andaba yo con sueños vívidos cuando, a las 3 de la mañana, se encendió la luz. Aquí suelo dormir con antifaz, no solo porque amanece a las 5:30 (y soy de las que necesita dormir en la negritud total), sino porque me protejo de las picaduras. Claro está que el antifaz se mantiene en su sitio la primera hora de sueño. A la tercera vuelta en la cama comienza su caprichoso viaje hacia la cabecera o hacia los pies.
A lo que iba. Cuando me acosté no había electricidad , así que se me olvidó apagar el interruptor. Se hizo la luz a las 3 de la madrugada y me desperté. Había que hacer dos cesáreas urgentes y uno de los bebés necesitaba oxígeno. Desde que cambiamos las baterías de la fotovoltaica, ya no se escatima tanto con las cirugías urgentes. También se está respetando lo de la luz en caso de necesidad en la pediatría. En un país donde la vida de los niños vale tan poco, ha costado mucho que comprendieran que hay que echar el resto para que sobrevivan. Aunque se trate de un recién nacido, todavía un “embá”, sin nombre y dependiente de los cuidados de su madre. Y no productivo. En este sentido, más que dos mundos parecen dos planetas distintos. Nuestra vida gira en torno a los niños. Aquí, el adulto es el protagonista.
En el pase de visita por la sala de cuidados intensivos pediátricos el pequeño había muerto, pero como no tenía el oxímetro puesto (se ha averiado y no logran repararlo), nadie se había dado cuenta. Otro año un estreno duro.
Por lo demás la pediatría está tranquila. Hay 38 niños ingresados, de los cuales 15 son malnutridos. Nada que ver con la época de lluvias. Ninguno con secuelas neurologicas por el momento.
Ya sé que te ha parecido que había muchísimos enfermeros. Son la primera promoción de estudiantes de la recién inaugurado “campus” de Ciencias de la Salud de la Université Catholique d’ Afrique Centrale, que está al otro lado de la carretera del hospital. Aquí se forma la primera promoción de matronas, enfermeros y técnicos de laboratorio de la UCA de Bébédjia . ¡Saint Joseph se ha convertido en un hospital universitario!
Este año veo pocos familiares de pacientes en el recinto, pero en cuanto se enteren de que el cirujano nasara ha venido a operar, estará de bote en bote.
Lo mejor del día: los abrazos de mis compañeros de Saint Joseph, la visita de Rambeye, escuchar como los niños de la carretera me llaman por mi nombre, la pizza de cabra, la compañía alocada de Javi y la recuperación de datos móviles esta tarde.
La guinda: leer los mensajes de mamá y escuchar los audios de Jon y Marina justo antes de apagar la linterna.
Masaa al-kheir, abú ♥
N’ Djamena- Bébédjia , 1 de febrero de 2024
La rapidez con la que salimos del aeropuerto ayer, sin discusiones con la policía ni apertura de maletas, no fue casualidad. Se nota que viajas con nosotros, papá.
Se notó anoche, cuando cenamos tan bien en ese chino con un grupo ecléctico de trabajadores de la Unión Europea, compañeros de Sandra (a la que tuvimos la suerte de conocer en 2022). Los españoles aportaron un Protos y un Cune, que saben a gloria cuando estás lejos de casa.
Se notó esta mañana, cuando conseguimos localizar el móvil extraviado de Javi. Tarea titánica por otra parte, ya que ninguno teníamos datos para avisar a nuestra amiga Sandra de lo sucedido y esta mañana nos quedamos sin luz en el centro de acogida. Y no luz igual a no wifi.
Ha sido un regalo (del cielo) volver a coincidir con Sor Raffaella, a quien despedimos de Saint Joseph hace 5 años y que, magiapotagia, ha venido de viaje con nosotros hasta Bébédjia. Vuelve a Chad esta italiana de ojos claros, aunque en una misión un poco más recóndita, en un dispensario en plena brousse. Qué afortunados los de Laï…
Es cierto que lo de Raffaella ha sido un imprevisto maravilloso a la par que horroroso, porque, una vez más, me ha tocado compartir asiento delantero de la Toyota.
Milagrosamente (otra vez, tu) hemos cabido en la jeepeta Raffaela, Javi, Nuria y Javu (farmacéuticos del Alto), Jean Paul (conductor), 12 maletas, 2 macutos, 6 mochilas, una lavadora y servidora.
11 horas compartiendo dolor de piernas y glúteos , sudor e incomodidad. Pero oye, que hemos llegado a Saint Joseph sanos y salvos. Se ha vuelto a notar que estabas allí.
Estabas continuamente mirando el cuentakilómetros -tu versión celestial sigue siendo igual de temerosa y prudente - así que has podido comprobar que en los tramos más “salvajes” del camino íbamos a 20 km/hora y en los más potables entre 60 y 90.
En Saint Joseph nos esperaban los cooperantes de Ilumináfrica (6 ni más ni menos…hoy dormimos apiñados), sor Pilar, Sor Nunci y el director, Samuel. Y paseando por por la carretera antes de cenar me he encontrado a Chantal, una de nuestras niñas del proyecto que, lamentablemente, se ha quedado muy pequeña por la malnutrición.
¿Recuerdas? Su madre Rambeye se recuperó milagrosamente de una mielitis hace unos años. Es hermana de Eloi y Olive, los que jugaban con el globo verde hace ya unos años en nuestro recinto. Tengo una foto en mi Instagram de ese momento….
En fin…que no ha pasado mucho más hoy.
Estoy feliz y agotada. Volver a casa sabe a cerveza 33 en La Petrolier y a tortilla de patata de Jeanette.
Ya estoy impregnada en relec, en mi crisálida, deseando dormir del tirón esta noche.
Te quiero.
Madrid, 31 de enero de 2024
No vamos a negar que el madrugón ha sido INFERNAL después de 3 horas de sueño CERO reparadoras. Nada que no solucione un café.
Voy paseando el palmito por los aeropuertos de Madrid y Paris con el macuto de 13 kilos, mochila de 5.5 kg, la almohada y el collarín de viaje…a lo que he añadido una bolsa con un par de Bordeaux (gracias por inspirarme, papá) con los que espero brindaremos un día alegre…mejor eso que ahogar penas. Parezco una mula de carga.
De nada han servido los entrenos del lunes y martes. Soy una piltrafa humana y todavía queda lo mejor ?.
Afortunadamente, ya estamos sentaditos en el avión que nos llevará a N’Djamena. A escasos 40 cm, un display lleno de pelis y series. Javi a mi izquierda. Nadie a mi derecha. Pinta bien.
Me llega también un artículo que ha publicado servimedia.
Bien.
A tout!!!
Más...
Madrid, 30 de enero de 2024
Últimas horas previaje y me pregunto varias cosas.
- ¿Las mochilas encogen cuando se lavan a mano?
- ¿La ropa engorda de un año a otro?
- ¿Te has estresado al verme estas últimas 24 horas, papá? ¿Acaso es eso posible?
Mi ropa chadiana abulta más que los años previos.
El macuto es, claramente más pequeño.
No sirve de mucho intentar envasar al vacío la ropa porque el sobrante de plástico ocupa espacio ERGO lo que ganas por un lado, lo pierdes por otro. Pero oye, bien que te lo has pasado con Pablete y la aspiradora.
Tampoco resulta útil meter las prendas en los organizadores de maleta con posibilidad de cerrar una segunda cremallera para ceñirlo todo más. Al final ocupan más, pesan más y son menos flexibles. Mejor en los organizadores de siempre.
Lo he probado todo.
He sacado pantalones, camisas, camisetas. He mezclado calcetines con pantalones por si los sujetadores se acomodaban mejor con las camisetas (fíjate tú la chorrada)
He cambiado de modelos y tamaños de organizadores.
He hecho el tetris una y otra vez.
He metido el pie hasta la mitad de la mochila para hacer hueco pero no ha servido de mucho, papá: está claro que hay cosas irreductibles.
Una vez con la mochila semicerrada (que todavía falta el neceser), miro sin querer mirar las costuras que están casi a reventar y llamo a esbirro número 3 (jugador de rugby y con una agudeza visual claramente superior a la mía ) para que me ayude a pesar el bicho con una de esas básculas de mano.
- A ver…23…no. 24 kilos, mamá.
- ¿PEERRRRDONA?
- Sip. Mira, aquí lo dice.
-
Me alejo medio metro del número digital (por aquello de la perspectiva) y si. Efectivamente. Inexplicablemente pesa 24 kilamenes..
¿Pero cómo es posible que pese lo mismo que los maletones? Es imposible que me dejen pasar con este fardo a la cabina. Si tampoco he sido tan exagerada con la ropa…
Entonces pienso en ti, papá. Justo y preciso. Te gustaba viajar con prendas que te cubrieran en caso de cualquier inclemencia meteorológica o incidencia manchil. Calzado para todo: un par para ir, otro para estar, otro para volver. Uno para hacer senderismo en pista, otro para trecking un poco más duro. Sin olvidar el par un poco híbrido que sirviera para salir a cenar pero con su toque rural. Secuelas de los Jesuitas de Tudela, donde solo tenías un par de alpargatillas.
Que se me va la burra a los trigos. Pensando en ti, me he echado a reír. Sin duda, este es tu viaje soñado, tu drimcamtru para llegar al estado de cortocircuito bestial.
Y mientras un trozo de mi cerebro estaba contigo, el otro andaba pensando la manera de bajar 10 kilos de la báscula.
— Mamá …
- Cariño, déjame pensar
- Mamá, escucha…¡que está en libras!
¡¡¡SUBIDÓN!!!
No more tetris.
Pasemos al resto de tareas.
Imprimir diccionario español-ganbae- árabe (la autora: una me da).
Ir a recoger el “paquetito” para Sor Aurita, Salesiana que está en Koumra. Lo que inicialmente eran unas pilas para el audífono se ha convertido en…TACHÁN!…paquete de kilo y medio ?.
- Es que también le metí un poco de chocolate y un juego que nos pidió…pero se lo compramos de viaje, ¿eh?
Se masca la movida en la cola de facturación de AirFrance…todo con sobrepeso. Bueno, todo no. La mochila is under 13k.
Ha habido visita a madre, consulta con Juan, compra de last minute, llevada a rugby de Pablo y compañía, una hora de desestress con el maravilloso grupo de atletismo y nuestra DominAdrix y vuelta a casa para los flecos.
No sé si acostarme, la verdad.
Me lo estoy pensando mientras me doy un bañito caliente (de esos con los que fantasearé en Bébédjia) y una copa de Trus en mano.
En un rato nos vemos en el aeropuerto, papá. Ahora si.
Mientras, vete con mamá y asegúrate de que se tome el Oniria, que si no tampoco pega ojo.
Muchas ganas.
Ya si.
Beré!
Madrid, 29 de enero de 2024
Ay, papá… ¿pero qué hacías a las 6 de la mañana en el aeropuerto? Nos vamos pasado mañana. Que me expliqué mal en la carta que te escribí ayer. Con razón tanta gente se ha despedido de mí la pasada noche ?.
Estoy durmiendo un poco mejor (gracias a tu influencia), pero no lo suficiente para expresarme como Dios manda. Perdón.
Seguimos con el viaje, papá, que queda lo mejor.
Pararemos a comer en Bongor. Te avisaré unos minutos antes para que hagas unas inspiraciones profundas e intentes dominar tus potentes escrúpulos antes de tu primera comida Chadiana.
A la entrada del “establecimiento”donde comeremos habrá un bidón de plástico con un grifillo y una pastilla de jabón bien manoseadita para que nos lavemos las manos. No preguntes de dónde sale ese agua. Luego nos ponemos un poco de gel hidroalcohólico y punto.
Nos traerán en una bandeja grande redonda un par de pollos delgaditos desmembrados con cebolla, pimón (el picante que anulará cualquier sabor a rancio), tomate y limón. Si quieres ver la cocina, acércate al puestecillo que hay un poco más adelante, aunque te aconsejo que te quedes aquí pegadito a mi. Too much information can be overwhelming.
Por cierto. No busques los cubiertos. No hay. Tampoco servilletas. Sé que para alguien que limpiaba disimuladamente todos los cubiertos, así estuviera en un 3 estrellas Michelin, esta experiencia puede ser abrumadora. Tranquilo. Uno se acostumbra a comer con las manos, a dejar los huesecillos en la mesa, a chuparse los dedos al terminar de comer e incluso, en caso de necesidad (por ausencia de agua y jabón, kleenex o gel) a esparcirse el resto de aceite cual crema hidratante en las manos.
Tu cara es un poema. Si. Ya sé que preferirías morir de inanición antes que comer aquí. Me hace toda la gracia que, aún siendo ángel, sigas tan increíblemente aprensivo ?.
Espera que no todo va a ser gore. Acompañando el plato nos traerán unas botellas de 650 ml de cerveza africana. La Gala se parece un poco a la Mahou clásica y la 33 es un poco más fuerte que una Estrella Galicia. Y si. Parece mucha cantidad pero te la acabas. Y te pedirías otra si no fuera porque tendrías que pedirle a Jean Paul que parara cada dos por tres en medio de la carretera para esconderte tras un matorral. La sabrosa cerveza africana es la única bebida que encontrarás fría por aquí. Bueno…miento. Hay unas botellas de Fanta y Top que también están frescas pero es como beberse un sirope hiperdulce o medio litro de flash de fresa en estado líquido. Supongo que será menos sano el alcohol que el azúcar pero en mi caso no hay duda. Céréales más etanol is my choice. Always. Por eso nunca adelgazo cuando vengo aquí. Por el cereal.
La parada en Bongor anima mucho. El pollo sabe a gloria. La cerveza también. Has llegado al ecuador del viaje en coche y la carretera mejora. Se te ha secado el pantalón (el contacto pierna con pierna calienta mucho) y te ha empezado incluso a gustar la monótona melodía que pone en bucle Jean Paul.
Pasaremos por Mondou, la capital económica del país. No esperes una urbe moderna con rascacielos y calles. El Manhattan Chadiano es exactamente igual que todas las poblaciones por las que hemos pasado previamente pero un poco más grande. C’est tout.
La carretera que une Mondou y Bébédjia está muy bien. Es una carretera asfaltada de doble sentido sin arcén, pero no hay nada mejor en todo el país. Disfruta del camino. Cierra los ojos cuando estén cruzando cabras o cebúes. También cuando estemos adelantando a un camión que a su vez adelanta a una moto (donde van montadas 4 personas) que a su vez adelanta a la bici que está pasando a ras de los niños que van camino al cole. Así no verás que viene otra pickup en dirección contraria. Escucharás pitidos, pero no sufrirás.
Cuando la carretera atraviese un verde túnel formado por árboles combados, estaremos llegando a Bébédjia.
Llegaremos de noche al hospital (anochece hacia las 17:30). No te asustes con los carteles donde se indica que está prohibido introducir metralletas, katanas o lanzas. Como ves tenemos a nuestros guardas de seguridad armados con una porra y un detector de metales. No te plantees cómo va a ganar una porra a una kalashnikov. Déjate llevar.
Dentro del recinto estarán esperando Sor Pilar, Samuel, los de Iluminafrica y la sabrosa comida de Jeanette.
Y verás y entenderás que ya me siento como en casa.
Ocurrirán muchas cosas que te sorprenderán, que te horrorizarán o te conmoverán. Pero las viviremos juntos.
Te dejo que digieras todo lo leído.
Nos vemos el miércoles a las 4 de la mañana en el aeropuerto.
Deseando viajar contigo, papá. Te quiero.
Madrid, 28 de enero de 2024
Querido papá, seguimos que queda mucho viaje.
Javi y yo embarcaremos a las 6 de la mañana vía Paris y allí nos juntaremos con los dos farmacéuticos voluntarios del Alto que coincidirán con nosotros. Son de León. Buena gente seguro.
Paris-NDjamena se hace un poco pesado pero lo peor es la llegada con la policía de aduanas mirándonos con cara de pocos amigos mientras hurgan las maletas en busca de algún motivo para dejarlas retenidas allí. No te pongas nervioso. Dejaré ropa interior a la vista (disuasoria siempre) y sacaré el comodín de la antena diplomática como el año pasado.
Una vez salgamos del hospital, iremos al centro de acogida de Kabalaye (sitio austero pero limpio, disfruta esa noche porque es el lugar más lujoso donde nos vamos a alojar este mes). La cinta aislante es para los agujeros de las mosquiteras. Y no. Los bichos de gran envergadura que vuelan en el patio no son aves exóticas. Son murciélagos.
Al día siguiente iniciaremos el viaje en la Toyota por carretera/camino/pista hacia Bébédjia. Vamos apiñados pero atados, no te preocupes. Y tú no ocupas lugar. Ni sudas. Eres el compañero ideal. Como vamos 5 contando con el conductor yo no tendré que compartir asiento delantero con nadie este viaje, que ir como una amazona mirando hacia la derecha o izquierda 12 horas te deja los piramidales y las lumbares on fire.
La música que suena es la favorita de Jean Paul, música tradicional chadiana. No. No luches contra ella. Son doce horas de melodía monótona que deberás dejar que entre y salga de tu sistema auditivo rápidamente, como los pensamientos que debes dejar que fluyan cuando meditas. Te acostumbrarás.
Yo siempre tomo stugeron para no marearme al entrar y salir de los cráteres de tierra, pero tú supongo que eso lo tendrás dominado. Mejor cierra los ojos durante el viaje para no ver cómo conduce Jean Paul o como hacemos un sándwich a un pobre ciclista en el momento en que un camión decide adelantarnos a ambos.
El paisaje que verás cambia poco. Puro Sahel. Más cerca de la capital es más desértico, y a medida que nos acerquemos a Saint Joseph va siendo más verde. La tierra también irá adquiriendo un tono más rojizo conforme avancemos. Ni una montaña, eso sí. Con lo que a ti te gustan.
Verás niños bajo árboles de mango, puestos de comida en la carretera, poco coche, bastante moto, alguna bici y mucha gente andando en los márgenes de la carretera. Construcciones de ladrillo de adobe con techos hechos con ramas y paja. Camellos en los primeros kilómetros, cabras siempre, muchas gallinas, algunos cebúes y cerdos comiendo de la basura. Porque verás muuucha basura, papá. Plásticos y papeles por todos los lados, a ambos lados de la carretera o formando montañitas que acabarán por quemarse.
Suficiente dosis para hoy.
Además necesito que estés pendiente de mamá, que la he visto muy tristoncilla esta mañana. Dale la mano, métete en sus sueños para que reviva alguno de los momentos en que hacías reír a todo el personal. Ponte el pañuelo encima de la cabeza y susúrrale al oído que todo va a ir bien.
Hasta mañana, papi. Te quiero.
Madrid, 27 de enero de 2024.
Papá, queda menos de una semana para el viaje a Chad y, como es el primer año que me acompañas (y te conozco bacalao), te quiero explicar un poco lo que te vas a encontrar para que no te cortocircuites allí en el cielo.
Bueno, en realidad vas a tener que estar un poco allí conmigo y otro poco en casa con mamá, que parece que desde que te fuiste están apareciendo los achaques que no se podía permitir tener cuando tú la necesitabas. Así son los de Aragón.
Al lío.
Lo que me has visto hacer hoy en el baño es impregnar la ropa que voy a llevar con permetrina. Parece que el olor (prácticamente imperceptible para los humanos) ahuyenta a los mosquitos, y aunque Javi dice que lo único que consigo es intoxicarme, la realidad es que a lo largo de estos años me han picado muy pocos zancudos chadianos . Cierto es que el único que me picó el año pasado me pasó su dosis de plasmodiums, pero superamos ese bautismo malárico sin complicaciones.
Te veo levantar las cejas.
Por supuesto que os oculté este episodio.
Las maletas gigantes del cuarto de enganchados están ya casi todas llenas de medicación y material de quirófano para Saint Joseph. Se lo está currando Javi solo porque mamá me tiene entretenida con su esófago. Aunque en Chad a veces riñimos (si, con “i” porque son riñas muy lights) nos queremos mucho y es un amigo y compañero maravilloso. Y no. No le pasa nada en la boca. Habla raro porque su cerebro va a mil por hora y los músculos orofaciales no son capaces de seguir su vertiginosa velocidad mental, así que hay muchas letras o sílabas que, directamente, no pronuncia. No te frustres si al terminar el mes en Bébédjia no has conseguido dominar su disfasia. Llevo yo intentándolo desde 2017 y nada.
Llevaremos cada uno 3 megamaletas y el macuto con nuestras cosillas. Y a Chady bien limpito, preparado para ser arrastrado por el suelo, abrazado y untado con mocos de los niños de la APMS. Se queda mucho material en Fuenlabrada porque no hemos conseguido que venga ningún voluntario más este febrero. Ojalá encontremos otro par de locos que quieran ir en mayo y octubre. ¿Puedes hacer algo tú desde ahí? Inspirar corazones, remover conciencias, regalar valentía…seguro que conoces a alguien que tenga mano. Añade ese recado a la lista de mandados que te susurré al oído mientras te ibas.
Para que no te atores, sigo mañana.
Habla con el Jefe a ver si me ayuda a dormir un poco mejor que no pego ojo.
Te quiero y te echo muchísimo de menos.